jueves, 20 de octubre de 2011

Microcréditos, de Muhammad Yunus a Antonio Garrigues

Esta semana, el Banco Central de Bangladesh anunció que Muhammad Yunus, ganador del premio Nobel de la Paz por su programa de microcréditos, era despedido de su puesto como máximo responsable de Banco Grameen, la entidad financiera con la que puso en marcha su iniciativa de finanzas éticas. 30 años después de poner en marcha un proyecto pionero, el impulsor de la banca para pobres termina de una manera traumática su legado profesional.
Paradójicamente, el espíritu de su modelo ha tardado en trascender de las fronteras de Bangladesh como modelo de banca ética, aunque no su reconocimiento. Ha tenido que pasar el tiempo para que la alternativa de los microcréditos sea ya una realidad en más de 75 países en desarrollo y algo más para que desde los países occidentales se tome conciencia de la posibilidad de participar en proyectos movidos por el interés social, antes que el financiero.
En España, desde hace unos meses, la boutique financiera Ambers & Co trabaja en un proyecto que aspira a participar del espíritu de Muhammad Yunus. El equipo liderado por Rafael Roldán y dirigido por Luca Torre y Agustín Vitórica ha lanzado un fondo de capital privado (Gawa Microfinance Fund I) de 20 millones de euros para invertir en entidades o plataformas que desarrollan programas de microcréditos, bien sean en África, Latinoamérica o Asia.
Para ejercer de banderín del proyecto, Gawa cuenta con la colaboración del abogado Antonio Garrigues como presidente y garante de la iniciativa, en la que también le acompañan financieros de reconocido prestigio como David Jiménez Blanco (ex Merrill Lynch, Credit Suisse), Eduardo Díez Hochleitner (ex Prisa, ex Apax) o Ignacio Mas, director de inversiones de la Fundación Bill Y Melinda Gates. Nombres conocidos para dar un sello de garantía a un producto novedoso.
La idea es clara: ofrecer la posibilidad de realizar inversiones éticas y al mismo tiempo lograr  rentabilidades competitivas, entre el 8-10%. Como explica el propio Roldán, ¨es un fondo para invertir en instituciones financieras que trabajan en este segmento, ya sea vía financiación o vía capital, o incluso directamente en los proyectos¨. Las iniciativas de microcréditos están financiadas normalmente por organismos multilaterales, fundaciones benéficas o inversores privados.
El objetivo de Gawa es elegir entre 10 o 12 entidades, porque el espectro es casi inabarcable. Sólo en la India hay 2.000 prestadores de microcréditos, mientras que Deutsche Bank elevaba esa cifra para todo el mundo hasta 10.000, de las que sólo un 20% llegan a ser autosuficientes financieramente. Como explica Luca Torre, ex directivo de Credit Suisse, las inversiones parten de un análisis territorial previo, absolutamente imprescindible para evitar riesgos geopolíticos.
Riesgos políticos
Este paso parece imprescindible para evitar situaciones críticas como las ocurridas en Nicaragua, por ejemplo, donde el Gobierno de Daniel Ortega ha encabezado entre la población ¨el movimiento del no pago¨, o las sufridas en Bosnia y otros países del Este, donde las iniciativas de microcréditos derivaron en financieras para el consumo de bienes no productivos, dando lugar a un boom de crédito que no se corresponde con la filosofía del Grameen Bank.
Otro de los directores del fondo, Agustín Vitórica, ex responsable de la oficina familiar de Antonio Asensio, reconoce que parte del valor añadido pasa por desintermediar a las instituciones oficiales de crédito, que en estos países en desarrollo pueden llegar a cobrar intereses de usura. Además, los microcréditos suelen tener un fin productivo, al estar destinados a financiar el autoempleo o la formación de una persona.
Las entidades que se ha dedicado a localizar el equipo de Gawa tienen que cumplir con una misión social. Normalmente están integradas en regiones no urbanas y enfocadas al segmento más bajo del mercado. Como compara el propio Roldán, estas instituciones representan en esas regiones y para esas personas lo que en la España pobre encarnaban los primeros Montes de Piedad, salvando las diferencias, que luego darían lugar a las modernas cajas.
De momento, el fondo espera cerrar sus primeras inversiones en breve. Tienen tres años para invertir y otros siete para vender. En ocasiones, son bancos los que han comprado estas entidades de microcrédito, interesados en cubrir ese mercado. Incluso se han dado casos en los que estas iniciativas, en ocasiones impulsadas desde ONG, han terminado convirtiendo en bancos al uso, especializados en las finanzas para los excluidos. Beneficios e impacto social.

Carlos Hernanz

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